miércoles, 22 de febrero de 2012


sed



Teresa,
lluvia mía,
quiero calarme
hasta los huesos
de ti.
Te recibí a migajas
como la fina lluvia
que acaricia y no moja.
Quiero mirar al cielo
viendo las nubes
abrirse en tromba
con el tempestuoso torrente
de tus besos,
y tus aguas a raudales,
inundándonos.
Soy como labrador sediento
que ansía tu presencia,
o esa tierra seca necesitada.
Cuando seas mi compañera
verdecerán hasta los metales,
el azul del cielo,
el marrón
y los blancos algodonales.
Pediré más,
inundaciones colosales
para quedar inundado
en las inmensidades
de tu cálido seno
a pesar de recias tempestades.  

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