sed
Teresa,
lluvia mía,
quiero calarme
hasta los huesos
de ti.
Te recibí a migajas
como la fina lluvia
que acaricia y no
moja.
Quiero mirar al
cielo
viendo las nubes
abrirse en tromba
con el tempestuoso
torrente
de tus besos,
y tus aguas a
raudales,
inundándonos.
Soy como labrador
sediento
que ansía tu
presencia,
o esa tierra seca
necesitada.
Cuando seas mi
compañera
verdecerán hasta los
metales,
el azul del cielo,
el marrón
y los blancos
algodonales.
Pediré más,
inundaciones
colosales
para quedar inundado
en las inmensidades
de tu cálido seno
a pesar de recias
tempestades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario