viernes, 30 de noviembre de 2018







Eres todo mi mundo
y mi amarga ilusión.
Como te amo así,
con pasión
paz,
frenesí,
entregado cada segundo,
es inútil interferir,
tomar precaución,
o pretender huir
de tu amor profundo.


jueves, 29 de noviembre de 2018







He cumplido esos años
donde se ambiciona
poco más.
He aprendido
y asumido
que la risa,
la entrega,
la belleza de flor,
el buen vino,
el aire limpio,
la brisa
y cada encuentro
con sencilla felicidad
merece ser vivido
con intensidad.


jueves, 22 de noviembre de 2018







             
            El ancla

Cae tímida la tarde,
las olas mecidas por la brisa
juegan con la mullida arena
que con sus risitas jocosas
porfían y cuchichean.
Al fondo, el azul del cielo
se funde, penetra en el velo
de la receptiva mar serena.
Una nube pasajera
empujada por brisas caprichosas
me cobija a duermevela,
Una ondina, por la línea de la costa,
vuelve a emerger del mar creador,
en medio un río de silencio y distancia,
presiento en nosotros un gran amor.
Me gustaría navegar en su barco
para echar el ancla en mares lejanos
y perdernos en la frondosidad
de ancestrales islas vírgenes.
Ella se desplaza casi desnuda,
como si nadie la viera,
al vaivén de sus antojos.
Su pelo se mece satisfecho
sobre los torneados hombros
y su denso y modelado pecho
como si nadie lo detuviera.
Pasa frente ante a mis ilusionados ojos,
una gota de esperanza surge
ante su fugaz cuerpo divino.
Se aleja, como llegó, bañada por un sol
benevolente, ahora, espero con expectación
que, orgullosa, me regale al regreso
la visión de su cuerpo de diosa.
El tiempo huye sin pamplinas
mientras ella disfruta su paseo,
semejante al péndulo de un reloj vivo
que va y viene repetido sin fin
en sus andanzas vespertinas.
El altivo porte y ritmo de su figura
muestra displicencia a las inquietas gaviotas
que como flechas cruzan el cielo herido
mientras sus pies sortean olas rotas.
Tal vez su imagen me sorprenda esta noche
invadiendo mi sueño con una sonrisa,
ofreciendo algún excitante juego prohibido
sin frontera, ni reproche, ni prisa.                                         
Cuando mañana me envuelva la aurora
me faltará su despertar, sus risas de diosa,
una brisa suave volverá con dulce canción
desde los jardines de no sé donde
con un penetrante perfume de rosa
que entrará de nuevo en mi corazón.
Quiero recuperar el tiempo perdido,
no permitiré de nuevo su ausencia.
Tal vez me sorprenda vestida
con una vaporosa camisa azul
rasgada del cielo inmaculado
que adorne su presencia
y un corto pantalón blanco
del baúl de las algodonadas nubes
ciñendo la armonía de sus muslos.
Perfectos, cordilleras que acogen
las tramas urdidas, apasionadas,
que excitan mis pensamientos dormidos.
Es posible que, como el primer día,
luzca su reducido bikini rosa
y me someta el corazón y sus latidos
al reloj pendular de su vida
rindiéndole con gozo pleitesía.